RECHERCHES

En la sala

de un hospital a las 9 y 43 nació Simón, canta Willie Colón, pero esto pasó en la sala de espera de un avión, cuando estaba soñando en la sala de mi casa.

Se escuchaba de fondo amó ató, matarile rile ró, cuando el llanto de una niña corría por las arrugas de una vieja, « where are we ?» preguntó a sus soledades una y otras veces y el eco de ese plural se conjugaba en singular.

Frente a su pantalla la vieja escribe: ¿Cuál es el tamaño del espacio interior?  ¿La noción del espacio?  Quizá no pasa por la noción, o no sólo, la proximidad entre interiores también pasa por lo táctil, por el otro, por las relaciones entre los  tejidos,  no sólo por imágenes, relieves, texturas, incluso no sólo por la escultura social, pasa por dimensiones íntimas, sensaciones de una cosmogonía vital.

Abre otra ventana y escribe: COSTURERAS DE NUESTRA TIERRA, es un libro de mujeres zapatistas que tejen los hilos entre la palabra viviente y la palabra encarnada. Todos los atardeceres mientras bordan blusas ellas platican de las problemáticas del pueblo, y así entre los colores que entretejen una especie de mándala hecho parche que bordan a la altura del corazón, como un hábitat para las arterias, deshilachan los problemas  de la comunidad para continuar con la construcción de su clínica.

Una ventana más donde escribe: Los matemáticos somos esas personas que pasan mucho tiempo trabajando para hacer las cosas más sencillas, en realidad para trabajar lo menos posible.

El ritmo de la evocación, o un pedazo de H20 suspendido

Una gota

La espera de la gota

La ausencia de la gota

La gota que cae sorpresivamente

Cae en el sonido

Cae en el gong,

En las bocinas el gong amplifica el ruido, cae antes de caer….

Es el resentir de la repetición de la desaparición

Regresa a la primera pantalla y escribe: Por ejemplo se habla distinto desde las zapatillas, la voz cambia con un pie desnudo, y no es porque está sin escondite, es porque está en una relación distinta con la tierra, en otra verticalidad con el cielo.

Abre una ventana más prometiéndose que será la última y escribe: PASAJEROS DE LA VIDA.  Las diferencias de la espera son tantas como el abanico para transitar.  La espera es un espacio para el lugar.

Ya se está recriminando haber dicho que era la última ventana, ese es el problema con la autocrítica en voz alta (bueno con registro), que los demás se la creen y si moverse una ya es de por sí harto difícil, mover al otro de un  imaginario individual es cuasi la construcción de una arquitectura emocional invisible.

Entonces, buscándose espacio vuelve a la segunda pantalla y agrega: Esa clínica que en el marco donde será la puerta un adulto con letra de niño ha escrito, “Todos somos diferentes ergo todos somos iguales”.  Ahí escrito con gis en un lugar que todavía no es, ya se lee la importancia de la singularidad, pero que no queda ahí, que es la inclusión del otro que a la vez soy yo, dichosa otredad.

Un avión despega, en el aeropuerto y en la computadora de la sala, el sonido soñado y el ruido en mi sala se encuentran.

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